sábado, 9 de febrero de 2008

ALIMENTANDO A UN DEPORTISTA

Comer puede ser contraproducente para nuestro rendimiento en ejercicio o aumentar nuestra capacidad energética। La diferencia entre ambos escenarios viene dada por la oportunidad en que lo hacemos y la calidad y cantidad de lo que ingerimos

En una escuela de esquí para infantes, a más de tres mil metros sobre el nivel del mar, las instructoras se sorprendían que después de su colación de media mañana, los niños tendían a quedarse dormidos o abúlicos, disminuyendo por cierto su atención y su desmejorando su disposición al deporte. ¿Qué comían estos niños en su colación? "Una hamburguesa con papas fritas o vienesas con papas fritas". ¿?

Con esa dieta, todo es perfectamente explicable. Comidas grasas o proteicas, durante ejercicio, en altura... comidas que requieren mucho trabajo de digestión... digestión que necesita más sangre en el aparato digestivo para absorber los nutrientes... sangre que se necesita en los músculos y en el cerebro, sobretodo en un ambiente bajo en oxígeno, donde la sangre se necesita más para transportarlo. Pero esa comida pesada deriva sangre y oxígeno, en fin energía, que de otro modo se emplearía en el ejercicio, en el sistema nervioso y en nuestros músculos. Resultado: niños dormitando, con bajo tono muscular, más desconcentrados, con menos rendimiento en ejercicio.

Este ejemplo ilustra la importancia de un justa nutrición en la actividad deportiva.

La meta de una buena nutrición es optimizar la ingestión, digestión, disposición y utilización de compuestos que nos aportan energía química, necesaria para la vida. Así, una dieta ideal en el deporte es aquella que depara todo lo necesario para la actividad en cuestión, dependiendo la cantidad y la calidad de los alimentos siempre de la oportunidad en que se consumen.

No es lo mismo los que se prescribe antes del ejercicio o de la competición, que para durante o después. La dieta también depende del tipo de actividad que se desarrolle.

En este campo, el desafío para el nutricionista o para el equipo del deportista, incluido él mismo, es qué, cuándo y cuánto comer, para ganar.
Ya pasó la época en que una buena nutrición era comerse un gran bife con huevos o unas tres hamburguesas.

Como en el ejemplo de los niños esquiadores, una colación durante el ejercicio no puede ser en base a grasas y proteínas contenidas en alimentos de difícil digestión. Ellos requieren carbohidratos de fácil digestión, como un plátano o los contenidos en una bebida azucarada, que aporta además agua. Además a nivel energético los carbohidratos o azúcares aportan energía más directamente a los músculos y cerebro, son lo que podría llamarse combustibles "más rápidos".

De acuerdo a su oportunidad la nutrición de los deportistas se divide en precompetitiva, intracompetitiva o postcompetitiva.

Una nutrición precompetitiva persigue varios propósitos, como ayudar a prevenir la hipoglicemia con síntomas de "liviandad de cabeza", mareo, visión borrosa, fatiga, indecisión, todos elementos que interfieren con un alto rendimiento. También persigue abatir la sensación de hambre, "tranquilizar" el estómago, y ayudarla a absorber los jugos gástricos; y por supuesto proveer de energía a los músculos, además de proveer de los fluidos adecuados para hidratar al cuerpo.

En su preparación precompetitiva, un atleta debe hacer un esfuerzo especial para comer una dieta rica en carbohidratos (60 a 70%) y beber líquidos adicionalmente, tanto en el día previo al evento como en el día del evento, en combinación con ejercicio muy suave, sólo para estimular a los músculos a cargar sus reservas de glicógeno (azúcar múscular).

Aquellos atletas que participan en deportes de resistencia que duran más de 90 minutos, tales como los maratonistas, triatletas o ciclistas de fondo, deben reducir su carga de ejercicios y enfatizar los carbohidratos en su nutrición tres días antes del evento.

Aquellos atletas que participan en eventos de una duración menor a la hora y media, pueden completar sus reservas de glicógeno con una a dos jornadas de reposo y dieta rica en carbohidratos.

Los deportistas que ejercitan por más de noventa minutos tendrán mayor potencia, rendimiento y fondo físico si ellos consumen carbohidratos durante el evento. Estos azúcares ayudan a mantener un nivel normal de glucosa en la sangre, como también proveer de combustible rápido a los músculos en acción.

Los estudios sugieren que un ciclista entrenado puede metabolizar alrededor de un gramo de azúcares por minuto, es decir cuatro calorías por minuto, o 240 a la hora, o 60 en quince minutos, esto último equivalente a más de 200 cc. de una bebida "energética", mucho más de lo que los deportistas están dispuestos a consumir.
Es más, mientras más intenso sea el ejercicio, menor es la disposición de los atletas a consumir alimentos. Durante un ejercicio intenso al 70% de la VO2 máximo (consumo máximo de oxígeno), el estómago recibe un 20% de su flujo de sangre normal, que ha sido derivada a los músculos. Esto enlentece el proceso digestivo, y cualquier comida en el estómago puede sentirse incómoda o regurgitarse. Las soluciones que contienen azúcar del 5 al 7 %, son las más toleradas.

En un ejercicio moderado, el flujo de sangre al estómago es entre el 60 y el 70% de lo normal, y el deportista está en mejores condiciones para digerir alimentos sólidos como plátanos, higos, "barras energéticas" elaboradas, etc., que contribuyen en montañistas, esquiadores, ciclistas, a aumentar su fondo físico.

Cada deportista debe experimentar cuál es su mejor sistema de nutrición tanto pre, intra o postcompetitivo, éste último destinado a restaurar sus reservas energéticas y proveer de nutrientes que contribuyan a su regeneración metabólica y estructural, durante el descanso, donde se plasma su entrenamiento al ejercicio.

Dr. Mauricio Purto

viernes, 1 de febrero de 2008

NUTRICIÓN PARA NIÑOS Y ADOLESCENTES ATLETAS

Oded Bar-Or, MD.
Children's Exercise & Nutrition Centre
McMaster University
Hamilton, Ontario
Canada

PUNTOS CLAVE

  • Para facilitar el crecimiento y desarrollo, los requerimientos diarios de proteína por unidad de peso son mayores para los niños que para los adultos. Sin embargo, no esta claro si los niños atletas necesitan más proteína que los niños inactivos para un crecimiento y desarrollo normales y para un rendimiento óptimo.

  • Los niños requieren más energía que los adolescentes o los adultos durante las actividades deportivas que incluyen caminar o correr y posiblemente en otras actividades.

  • Comparados con los adultos, los niños y adolescentes utilizan más grasas y menos carbohidratos durante el ejercicio prolongado.

  • Se debe prestar especial atención para prevenir la deshidratación voluntaria en niños que se ejercitan en climas calientes y húmedos. Para estimular la ingesta de líquido, la bebida debe tener buen sabor e incluir pequeñas cantidades de cloruro de sodio.

INTRODUCCIÓN

Al igual que los adultos, los niños atletas necesitan una nutrición adecuada para mantener la salud y optimizar el rendimiento. A diferencia de los adultos, la nutrición de los más jóvenes debe cubrir las necesidades del crecimiento y desarrollo. Esta revisión no pretende examinar la adecuación de la ingesta nutricional actual entre los jóvenes atletas, ni sus patrones de alimentación. Para mayor información sobre estos aspectos consulte las revisiones de Nelson-Steen (1996) y Loosli y Benson (1990) y artículos relacionados con jóvenes gimnastas (Benardot et al., 1989; Ersoy, 1991), corredores (Schemmel et al., 1988), patinadores artísticos (Delistraty et al., 1992; Ziegler et al., 1998) y luchadores (Schemmel et al., 1988). El enfoque de esta revisión estará en los aspectos nutricionales que son específicos para el atleta en crecimiento: necesidades de energía y proteína, utilización de carbohidratos y grasas como fuente de energía durante el ejercicio y el mantenimiento de un adecuado balance de líquidos y electrolitos.

REVISIÓN DE LAS INVESTIGACIONES

Necesidades de proteína para el atleta en crecimiento

Para los adultos, una ingesta adecuada de proteína se define como la cantidad mínima necesaria para mantener el balance de nitrógeno. Por el contrario, los niños y adolescentes deben conservar un balance de nitrógeno positivo (esto es, una ingesta mayor a su utilización) para mantener el crecimiento y desarrollo de los órganos y tejidos del cuerpo. Como resultado, mientras que en los adultos la ingesta recomendada es de 0.8-1.0 g de proteína/kg de peso corporal/día, los requerimientos de proteína son mayores durante la niñez y la adolescencia (National Research Council, 1989). Por ejemplo, los niños con edades entre 7 a 10 años deben consumir 1.1-1.2 g/kg por día y los niños entre 11 y 14 necesitan 1 g/kg por día (Ziegler et al., 1998).

La proteína proporciona sólo una fuente de energía menor durante el ejercicio aeróbico (Melby et al., 1998). Los adultos que realizan frecuentemente ejercicios intensos se pueden beneficiar de una ingesta de proteína superior a la recomendada para la población general (Lemon et al., 1992), pero no existen datos similares para los niños.

Desde un punto de vista práctico, no está claro cuándo y hasta qué punto las diferencias relacionadas con la edad deben ser consideradas cuando se planifica la dieta de un niño atleta. Existe poca información con relación al consumo de proteína de los jóvenes deportistas. Por ejemplo, las encuestas entre pequeños grupos de deportistas jóvenes de patinaje artístico sugieren que su ingesta de proteínas es adecuada o inclusive excede las cantidades recomendadas (Delistraty et al., 1992; Ziegler et al., 1998). Debe tomarse en cuenta, que la ingesta de proteína suficiente para alcanzar la recomendación norteamericana (RDA) podría no garantizar un adecuado estado nutricional. Por ejemplo, un estudio con luchadores adolescentes mostró que su nivel de proteína llegaba a ser cada vez menor a medida que avanzaba la temporada, a pesar de que reportaban un consumo que parecía ser suficiente (Horswill et al., 1990). Tal deficiencia relativa pudo haber sido secundaria a la práctica de "dar el peso" a través de la restricción de la ingesta de energía. Además, tal restricción dietética entre luchadores universitarios puede inducir a la pérdida de masa libre de grasa (Roemmich et al., 1991), lo cual se refleja en un balance de nitrógeno negativo.

Necesidades de energía de los niños durante el ejercicio

Los datos obtenidos con los adultos han demostrado que las diferencias en los requerimientos diarios de energía entre los atletas dependen del volumen o la cantidad total de su entrenamiento y del costo de energía específico de sus rutinas físicas. Por ejemplo, los atletas de resistencia que tienen grandes volúmenes de entrenamiento pueden necesitar el doble e inclusive el triple de la ingesta de energía (calorías) por día que los velocistas o los gimnastas. Mientras la misma lógica se aplica a los atletas de todas las edades, no existen datos específicos para los niños que se entrenan regularmente. Así mismo, no hay documentación con relación a la cantidad de energía que los niños atletas gastan mientras realizan rutinas específicas de sus deportes. Tal falta de información no permite ofrecer indicaciones de las demandas diarias de energía en un deporte en particular.

Sin embargo, existen razones para asegurar que los requerimientos de energía de los jóvenes atletas son diferentes a los de los adultos. El costo energético de la caminata o la carrera a cualquier velocidad, cuando se calcula por kg de masa corporal, es considerablemente mayor en niños que en adolescentes y adultos, y mientras más joven es el niño, el costo relativo es mayor (Astrand, 1952; Daniels et al., 1978; Mac Dougall et al., 1983). Por ejemplo, un niño de 7 años puede requerir entre 25 a 30% más energía por kg de peso corporal que un adulto joven cuando ambos caminan o corren a la misma velocidad (Astrand, 1952). La principal razón para este "desgaste" relativo de energía en los niños es la falta de una adecuada coordinación entre los grupos de músculos agonistas y antagonistas. Durante la caminata y la carrera, los músculos antagonistas de los niños, particularmente en su primera década de vida, parecen no relajarse lo suficiente mientras los músculos agonistas se contraen. Este patrón denominado "co-contracción", requiere energía metabólica adicional, lo cual hace a los niños metabólicamente menos económicos que los adolescentes y adultos (Frost et al., 1997). Otra posible razón para este alto costo metabólico es un mayor costo de energía biomecánico debido a una mayor frecuencia de zancadas (Unnithan & Eston, 1990). Esto podría ser similar, aunque aún no está comprobado, en otras actividades físicas como la natación, el ski y el patinaje.

Una implicación práctica de las diferencias descritas anteriormente en el costo de energía es que no se deben emplear las tablas basadas en adultos cuando se intente calcular el costo de energía de las actividades deportivas para los niños. Tales tablas, cuando se corrigen por masa corporal, tienden a subestimar el gasto de energía en los niños. Muy pocos intentos se han hecho hasta ahora por construir tablas de costo de energía para niños de diferentes pesos corporales (Bar-Or, 1983).

Es probable que el costo de energía disminuya a medida que aumenta la eficiencia de la ejecución de una rutina específica de ejercicio. Sin embargo, los datos experimentales ofrecen resultados poco consistentes con relación a tales efectos en los atletas jóvenes. En un estudio longitudinal Daniels y colaboradores (1978) evaluaron a los mismos corredores adolescentes de cross-country por varios años. Su promedio de costo de energía durante la carrera a una velocidad submáxima establecida, se redujo a una tasa más rápida que la observada previamente entre los no atletas. Desafortunadamente, la falta de un grupo control apropiado en el estudio no permite determinar si la disminución observada en el costo de energía se debió a un efecto del entrenamiento o al efecto de la edad. En un estudio más reciente, Sjodin y Svedenhag (1992) evaluaron de forma periódica, a un pequeño grupo de corredores varones y a un grupo control entre los 12 a 20 años. Aunque el consumo de O2 por correr a una velocidad submáxima establecida fue mas bajo en los atletas, no existió diferencia en la tasa de disminución a través del tiempo entre los dos grupos. Para confundir aún más los resultados, en otro estudio, un programa de entrenamiento de 10 semanas estuvo acompañado por la reducción en el costo de energía por correr en el grupo que se ejercitaba, pero no entre los del grupo control (Unnithan, 1993). En conclusión, los efectos del entrenamiento sobre el costo de energía de la actividad aún no están claros, tampoco se conoce si las consideraciones señaladas tienen una implicación directa con la nutrición.

Uso de fuentes de energía durante el ejercicio

Los análisis de los datos sobre respiración (Martinez & Haymes, 1992), las concentraciones potenciales de grasa y carbohidrato en la sangre (Berg & Keul, 1988) y las actividades de las enzimas musculares (Haralambie, 1979) sugieren que durante el ejercicio prolongado, los niños usan relativamente más grasa y menos carbohidratos que los adolescentes o los adultos. Algunos datos no publicados (Riddell, comunicación personal) también sugieren que durante la adolescencia, los niños más jóvenes queman relativamente más grasa y menos carbohidratos durante el ejercicio prolongado que los niños mayores. Así mismo, durante actividades cortas e intensas los niños parecen depender más del metabolismo aeróbico (en el cual la grasa es la principal fuente de energía) que del metabolismo anaeróbico (en el que el glucógeno muscular es la fuente de energía predominante) (Hebestreit et al., 1996). Esta puede ser una razón por la cual los niños usualmente son menos exitosos en actividades "anaeróbicas" de alta potencia como las carreras de velocidad o los saltos. La causa de estas diferencias en el uso de las fuentes de energía aun no está clara.

Tampoco se ha determinado si el hecho de que los niños usen las grasas preferiblemente como sustrato energético tiene algunas implicaciones para las recomendaciones nutricionales. De la misma forma, no existen evidencias para sugerir que los niños atletas o no atletas deban consumir más del 30% del total de su ingesta de energía como grasa.

Requerimientos de líquidos y electrolitos

Una implicación del incremento en el gasto de energía durante el ejercicio es la producción de más calor metabólico. Debido a que el costo energético de realizar actividad física es más alto, los niños producen más calor metabólico por unidad de masa corporal que los adultos (Bar-Or, 1989). A pesar de que este calor extra es disipado, la temperatura corporal central puede incrementar y su almacenamiento, en situaciones extremas, podría inducir a complicaciones relacionadas con el calor.

La evaporación del sudor es la principal vía para la disipación del calor en las personas que se ejercitan, particularmente en climas calientes. Mientras la sudoración es un mecanismo muy efectivo para el enfriamiento del cuerpo, puede producir una excesiva pérdida de líquidos y en un menor grado, de electrolitos como el sodio y el cloro. Para prevenir esto, los líquidos y electrolitos del cuerpo deben reponerse totalmente. Desafortunadamente, nuestro mecanismo de la sed, el cual determina nuestro consumo de bebidas, casi invariablemente subestima los requerimientos actuales de líquidos durante el ejercicio prolongado. La ingesta insuficiente de líquidos puede producir una "deshidratación voluntaria" (deshidratación que ocurre a pesar de que se ofrezcan bebidas en abundancia). Los efectos de la deshidratación han sido estudiados principalmente en adultos, pero está claro que la pérdida de fluidos corporales tiene efectos perjudiciales para el rendimiento y la salud. Las pruebas sólo de fuerza, potencia y resistencia muscular local, generalmente no son afectadas de forma dramática por la deshidratación (Horswill, 1992). Sin embargo, nuestra habilidad para realizar y rendir en deportes intermitentes (por ej., fútbol, básquetbol, tenis, etc.) y en rutinas de ejercicios intermitentes que simulan tales deportes, puede ser aumentada de forma importante si el atleta consume bebidas de carbohidratos y electrolitos antes y durante tales actividades (Davis et al., 1997; Leatt & Jacobs, 1989; Vergauwen et al., 1998; Welsh et al., 1999). Tal y como revisaron Sawka y Pandolf (1990), también se ha demostrado repetidamente que la deshidratación afecta adversamente el rendimiento en deportes de resistencia. La reducción de la agudeza mental es de especial relevancia para los deportes que requieren de habilidades motoras finas y precisión (por ej., gimnasia, patinaje artístico, básquetbol). Por ejemplo, una persona deshidratada no puede notar ciertas pautas visuales (Leibowitz et al., 1972), y las pruebas de rendimiento mental mejoran cuando se consumen bebidas deportivas antes y durante actividades intermitentes que simulan competencias de básquetbol (Welsh et al., 1999). La pérdida deliberada de líquidos para "dar el peso" en deportes tales como la lucha o el remo puede tener efectos psicológicos negativos como agresividad, irritabilidad y ansiedad (Steen & Brownell, 1990). Aún más importante, es que una excesiva deshidratación puede producir o agravar complicaciones relacionadas con el calor.

La deshidratación voluntaria ocurre en los niños (Bar-Or et al., 1980; 1992; Rivera-Brown et al., 1999; Wilk & Bar-Or, 1996), así como en los adultos. Pero en los niños, la temperatura corporal central durante la deshidratación se incrementa más rápido que en los adultos (Bar-Or et al., 1980). Por lo tanto, es esencial prevenir o atenuar la deshidratación voluntaria en los atletas jóvenes.

Los patrones inadecuados de reemplazo de líquidos también pueden producir una insuficiencia de electrolitos. En particular, un descenso severo en la concentración de sodio en los fluidos corporales, una condición conocida como hiponatremia, puede producir enfermedades severas. Este descenso en la concentración de sodio puede ocurrir, por ejemplo, cuando el atleta repone las pérdidas de orina y sudor consumiendo sólo agua, la cual contiene poco o ningún sodio (Meyer & Bar-Or, 1994). Una de las consecuencias de la hiponatremia son los calambres musculares durante o después del ejercicio. La hiponatremia severa en los niños puede inducir apatía, náuseas, vómitos, disminución de la conciencia, mareos y en ocasiones, inclusive la muerte.

¿Cómo se podría prevenir la deshidratación voluntaria en los atletas jóvenes? La principal estrategia es aumentar la sed y educar a los atletas (pero también al entrenador, a los padres y al médico del equipo) a consumir líquidos frecuentemente, aún cuando no estén sedientos. La sed de los niños puede aumentarse durante el ejercicio con una bebida con sabor y con la adición de cloruro de sodio (NaCl) y carbohidratos en cantidades usualmente encontradas en las bebidas deportivas, por ej., 18 mmol NaCl/L (110 mg/8 oz) y 6% de carbohidratos (14 g/8 oz) (Rivera-Brown et al., 1999; Wilk & Bar-Or, 1996). En un estudio con niños no entrenados entre 9 a 12 años que se ejercitaron de forma intermitente en un clima caliente, el consumo voluntario se incremento en un 45% cuando se añadió sabor uva al agua. El consumo aumentó un 46% más cuando los sujetos tomaron una bebida deportiva con sabor a uva (Gatorade) que contenía carbohidratos y NaCl. La ingesta adicional cuando se combinaron los carbohidratos y el NaCl fue suficiente para prevenir la deshidratación (Wilk & Bar-Or, 1996). También ocurrió un beneficio similar en jóvenes atletas entre 11 y 14 años muy aclimatados al ejercicio en climas calientes (Rivera-Brown et al., 1999). Esta última observación es importante debido a que los atletas entrenados, particularmente si están aclimatados al calor, producen mucho más sudor que los no atletas, por lo tanto, sus requerimientos de líquidos son considerablemente más altos. El consumo elevado de una bebida de carbohidratos y electrolitos con sabor no ocurre sólo debido a su novedad. En jóvenes entre 10 a 12 años, se previno la deshidratación cuando a los niños se les suministro Gatorade durante varias sesiones de ejercicio en un período de 2 semanas en un clima caliente, inclusive cuando la novedad de la bebida había pasado (Wilk et al., 1998).

Estudios con adultos han demostrado que al enfriar las bebidas a aproximadamente 10ºC, se hacen más aceptables que a temperatura ambiente. Tal enfriamiento producirá un incremento en el consumo voluntario de la bebida. Aunque no existen estudios similares con niños, es razonable asumir que ellos pueden obtener el mismo beneficio cuando la bebida está fría. La adición de tabletas de sal a la bebida debe ser desalentada, porque tales tabletas contienen excesivas cantidades de sal, que puede causar irritación estomacal.

APLICACIONES PRÁCTICAS

Las limitadas investigaciones que han sido realizadas con niños activos sugieren las siguientes recomendaciones:

  • A pesar de que los jóvenes atletas usualmente consumen suficientes proteínas en su alimentación diaria, se debe prestar atención especial a aquellos que limitan su ingesta de alimentos para mantener o perder peso corporal. Tales atletas pueden incurrir en una pérdida neta de proteína corporal y masa corporal magra, lo cual puede comprometer su salud y su rendimiento deportivo.

  • Durante varias actividades atléticas, los niños emplean más energía por kg de peso corporal que los adultos. Por lo tanto, las tablas basadas en adultos para la estimación del gasto de energía en un determinado deporte, puede subestimar las necesidades actuales de los niños. Como guía práctica, para los niños entre los 8 a 10 años, se puede añadir entre 20 a 25% de los valores de los adultos; y entre 10 a 15% para los niños entre los 11 y 14 años.

  • Al igual que los adultos, los niños subestiman sus necesidades de líquidos durante un ejercicio que dure más de 30 minutos. Debido a que los niños responden a la deshidratación con un excesivo incremento en su temperatura corporal central, se debe hacer un gran esfuerzo para prevenir la deshidratación inducida por el ejercicio en los atletas jóvenes.

  • Debe asegurarse que los niños lleguen bien hidratados a la sesión de entrenamiento o competencia y establecer pausas para hidratación cada 15 a 20 minutos durante actividades prolongadas, inclusive cuando el niño no se sienta sediento. De ser necesario, las reglas de ciertos deportes deben ser modificadas para facilitar una ingesta periódica de líquidos.

  • El pesaje del atleta antes y después de una sesión de entrenamientos o competencia es una manera simple y efectiva de determinar cuándo fue adecuada la ingesta de líquidos. Los cambios en el peso corporal son causados casi totalmente por las variaciones en el contenido de líquidos. A los niños que no consuman suficiente para recuperar su peso corporal normal entre las prácticas o competencias, se les debe sugerir que ingieran una cantidad adecuada de líquidos antes de que se les permita participar en una práctica posterior o una competencia.

  • Al enfriar la bebida a la temperatura del refrigerador y, en particular, añadiéndole sabor, se puede incrementar su aceptación. Los niños consumen más líquido de forma voluntaria cuando el sabor es agradable. Por lo tanto, deben estar disponibles bebidas con diferentes sabores para satisfacer las preferencias de cada atleta y que las consuman antes, durante y después de cada sesión de entrenamiento o competencia.

  • La adición de azúcar y una pequeña cantidad de sal a la bebida puede incrementar aún más la sed del niño e incrementar así su consumo. Las bebidas deportivas comercialmente disponibles contienen estos elementos, y tales bebidas son consumidas en cantidades mayores que el agua, un jugo de frutas diluido o bebidas hechas en casa (Passe et al., 1999; Rivera-Brown et al., 1999).

RESUMEN

La mayoría de las investigaciones en nutrición deportiva han sido realizadas con adultos. A pesar de que las respuestas fisiológicas de los niños al ejercicio son similares, existen algunas diferencias en estas respuestas que pueden tener implicaciones para los requerimientos nutricionales de los atletas jóvenes. Los entrenadores, padres y médicos de los equipos deben ser cuidadosos de los requerimientos de proteína de los jóvenes atletas; las diferencias relacionadas con la edad en el gasto de energía durante el ejercicio; las diferencias entre niños y adultos en la utilización de grasas y carbohidratos durante el ejercicio prolongado; y las formas de aumentar la ingesta de líquidos durante el ejercicio para prevenir la deshidratación, particularmente en climas calientes y húmedos.

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Este informe ha sido traducido y adaptado de: Nutrition for child and adolescent. Sports Science Exchange #77, Volume 13:(2), 2000 por Pedro Reinaldo García, M.Sc.

Genes y deporte: ¿Sus padres son los responsables de sus triunfos y derrotas?

Todos conocemos a un atleta campeón cuyos padres y tal vez sus abuelos fueron también campeones. Por otra parte, los dueños de caballos de carreras gastan millones de dólares en derechos de caballerizas para criar campeones. Esto parece decirnos que los campeones nacen y que si no tiene el “gen campeón”, nunca podrá ser realmente exitoso, sin importar que tan fuerte entrene. En otras palabras, usted debe estar perdiendo su tiempo practicando su deporte favorito si sus padres no fueron campeones. Pero si los campeones pueden ser criados, ¿por qué no todos los caballos de carreras criados para el rendimiento llegan a ser campeones? La razón es que hay otros factores diferentes a la herencia que también juegan papeles importantes en el rendimiento.

Los genes son más o menos importantes
No hay que darle más vueltas; los genes determinan nuestro potencial para desarrollar muchas de las características estructurales y funcionales importantes en la determinación del rendimiento deportivo. Por ejemplo, para ser un centro exitoso en la Asociación Nacional de Básquetbol de los Estados Unidos (NBA por sus siglas en inglés), se debe heredar el gen de estatura alta. Para otras características, la mentalidad, la dieta, el entrenamiento y otros factores ambientales juegan un gran papel en cómo se expresa su potencial genético. Por ejemplo, puede tener el potencial genético para tener un peso bajo, pero comiendo mucho y ejercitándose muy poco puede sobreponer ese mensaje genético y ocasionar que llegue a estar obeso. Por lo tanto, algunas características —como la estatura— están fuertemente influenciadas por los genes, mientras otras —como la circunferencia abdominal— están menos afectadas por los genes y es más probable que estén influenciadas por el ambiente. La Tabla 1 ilustra cómo los genes afectan a algunas de las características estructurales, funcionales y de rendimiento del cuerpo. Aquellas en las cuales los genes tienen un efecto bajo a moderado (por ejemplo, equilibrio, tiempo de reacción, exactitud de movimientos) son probablemente las que estén más poderosamente influenciadas por el entrenamiento, la dieta, y otros factores ambientales, que como lo están la fuerza y la flexibilidad, sobre las cuales los genes tienen un efecto muy grande.

TABLA 1. Efectos de los genes en la estructura, función y rendimiento.


CARACTERISTICA

EFECTO DE LOS GENES

Estatura, longitud de brazos

Grande

Circunferencia de cintura

Pequeño a moderado

Tamaño muscular

Grande

Composición de fibras musculares (contracción rápida y lenta)

Grande

Mitocondria/Gramos de músculo

Pequeño

Tamaño del corazón

Grande

Tamaño y volumen de los pulmones

Grande

Actividad de las enzimas musculares utilizadas para producir energía

Pequeño a moderado

Frecuencia cardiaca en reposo

Grande

Presión sanguínea

Moderado

Flujo de aire en pulmones

Moderado

Fuerza muscular

Grande

Resistencia muscular (por ejemplo, pushups, pull-ups)

Moderado a grande

Velocidad de movimiento

Moderado

Equilibrio

Pequeño

Flexibilidad de articulaciones

Grande

Tiempo de reacción

Pequeño a moderado

Exactitud de movimientos

Pequeño a moderado

Resistencia aeróbica (a saber, carrera de distancia o ciclismo)

Moderado a grande

Potencia anaeróbica (potencia máxima en bicicleta en 10 segundos)

Moderado

Los genes también determinan la velocidad y la magnitud a la cual las cualidades del rendimiento de su cuerpo responden al entrenamiento, la dieta y otros factores ambientales. Para una característica dada, como la resistencia aeróbica o la fuerza muscular, algunas personas responden muy bien al entrenamiento y otras responden normal o poco al mismo entrenamiento. Lo que esto significa, por ejemplo, es que aunque su potencial genético para la carrera de distancia puede ser menos impresionante que el de un competidor, usted puede ser capaz de desarrollar ese potencial más rápido y completamente por el entrenamiento intenso, por lo que puede derrotar siempre a su oponente. En realidad hay insuficiente investigación publicada sobre qué tan fuertemente los genes afectan la respuesta de un individuo al entrenamiento, pero la Tabla 2 enumera algunas de las primeras conclusiones de esta línea de investigación.

TABLA 2. Efecto de los genes en las respuestas al entrenamiento.


RESPUESTA AL ENTRENAMIENTO

EFECTO DE LOS GENES EN LA RESPUESTA

Fuerza

Pequeño

10 segundos de potencia máxima en cicloergómetro

Pequeño

90 segundos de potencia máxima en cicloergómetro

Grande

Resistencia aeróbica

Moderado a grande

Es probable que el pequeño efecto genético sobre la respuesta de la fuerza al entrenamiento sea mayor cuando los estudios se realizan con un gran número de sujetos. El efecto del entrenamiento sobre la potencia durante 10 segundos fue afectado escasamente por los genes, posiblemente porque la técnica y el tiempo de reacción —ambos ligeramente afectados por los genes— son más importantes que la fuerza total que está afectada más directamente por los genes.

Las tácticas y las técnicas —como son el drafting (cuando un ciclista se coloca detrás de otro para cortar el viento) y utilizar una postura del cuerpo aerodinámica en ciclismo— son críticas para el éxito en muchos deportes pero no son afectadas por los genes. Los campeones a nivel de elite deben ser expertos en tácticas y técnica además de poseer los atributos determinados genéticamente necesarios para triunfar en sus deportes. Aún así, los atletas genéticamente menos privilegiados, que son talentosos en tácticas y técnica, pueden llegar a ser campeones en niveles de competencia inferior.

Resumen
Que usted pueda ser un campeón está determinado por 1) muchas de sus características estructurales, funcionales y de rendimiento antes del entrenamiento, 2) entrenamiento adecuado, descanso y nutrición, 3) la velocidad y la extensión a la cual estas características se adaptan al entrenamiento, y 4) su maestría de tácticas y técnicas en su deporte. Es probable que los atletas de elite sean aquellos que inician con altos niveles de las características necesarias para el éxito en sus deportes en particular, tengan grandes respuestas al entrenamiento en esas características, y han dominado las tácticas y técnicas necesarias. Sin embargo, a niveles menores de competencia que la elite, usted puede compensar un potencial genético “no privilegiado” con un óptimo entrenamiento y nutrición, así como dominando las tácticas y habilidades requeridas para la excelencia en su deporte.

Para un individuo dado, no es posible predecir si una característica como la habilidad del salto vertical responderá al entrenamiento y hasta donde esto ocurrirá. . Más aún, muchos atletas alcanzan un punto donde tienen que entrenar más frecuente e intensamente para obtener menores beneficios en su rendimiento. Cuando los atletas alcanzan este punto, es posible que se hayan acercado a sus límites genéticos.

Aunque su antecedente genético puede influir en qué tan exitoso puede llegar a ser en una actividad o deporte en particular, este antecedente es probablemente muy complejo para ser totalmente conocido o entendido. La posibilidad de una alteración mágica de los genes por medio de la ingeniería genética es muy improbable porque muchos genes están involucrados, hay interacciones entre los diferentes genes, y hay interacciones entre los genes y el ambiente.

REFERENCIAS

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TRADUCCIÓN
Este informe ha sido traducido y adaptado de: Skinner J.S. Do genes determine champions? Sports Science Exchange 83, Volume 14:(4), 2001, por Lourdes Mayol Soto, M.Sc.

Campeones: ¿Son determinados genéticamente?



James S. Skinner, Ph. D.
Departamento de Kinesiología
Universidad de Indiana
Bloomington, Indiana




PUNTOS CLAVE

  • El genotipo es la combinación total de todos los genes heredados dentro del cuerpo. Representa el potencial genético de un individuo y juega un papel principal en la determinación de muchas de sus características anatómicas, bioquímicas, fisiológicas y conductuales, también llamadas fenotipo (por ejemplo, ojos color café, una masa corporal de 75 kg o un consumo máximo de oxígeno de 50 ml ? kg-1 ? min-1).
  • A excepción de los gemelos idénticos, la gente varía en cómo son expresados sus genotipos en ciertas características (fuerza, peso corporal, presión sanguínea), y cómo esas características responden al entrenamiento, a una dieta baja en calorías, a la medicación, o a otros factores ambientales.
  • Las mayores fuentes de variación en el entrenamiento parecen ser: el estado de ciertos aspectos complejos (fenotipos) antes del entrenamiento y la habilidad de estos aspectos para adaptarse al entrenamiento.
  • Los atletas de elite son probablemente aquellos que inician con altos niveles de las habilidades necesarias para el éxito en sus deportes y quienes exhiben adaptaciones superiores en esas habilidades después del entrenamiento.
  • Conociendo el genotipo, no es posible predecir con exactitud cómo un individuo responderá al entrenamiento o a cualquier otro estímulo, o si ese individuo llegará a ser un atleta campeón.

  • Es improbable que la ingeniería genética o cualquier otra tecnología pueda ser utilizada para producir de manera fidedigna atletas campeones.



INTRODUCCIÓN


Se sabe que hermanos y hermanas con los mismos padres heredan diversos rasgos de diferentes antepasados de ambos lados de la familia. Por ejemplo, puede haber diferencias en el color de los ojos, la estatura, el nivel de colesterol, el nivel de condición física, o la facilidad con la cual uno pierde o gana peso. Sólo los gemelos idénticos, aquellos que se desarrollan a partir del mismo óvulo, tienen el mismo antecedente genético porque son duplicados de la misma persona. Los gemelos no idénticos o mellizos se desarrollan de dos óvulos y son genéticamente tan diferentes como cualquier otros dos hermanos. Los atletas y entrenadores tienen curiosidad acerca del posible papel de la genética en la determinación de quién será un campeón. A los entrenadores les gustaría saber si el antecedente genético de un atleta pudiera utilizarse para ayudar a seleccionar a aquellos que tienen una mayor oportunidad de éxito. Los atletas se preguntan si los genes que han heredado podrían ayudar o limitar sus habilidades para desempeñarse a altos niveles en diferentes deportes. Este artículo tratará sobre estos asuntos.

RESEÑA DE LAS INVESTIGACIONES
Conceptos básicos
Los genes son parte de las moléculas de ADN en cada célula del cuerpo, que llevan información responsable de la producción subsecuente de cadenas específicas de aminoácidos, las cuáles son usadas posteriormente para desarrollar proteínas específicas. El genotipo es la combinación total de los miles de genes que hay dentro del cuerpo, esto es, el potencial genético de una persona. Sin embargo, no todos los genes son utilizados o expresados a su máximo potencial. Las características anatómicas, bioquímicas, fisiológicas y conductuales de una persona en cualquier momento dado, representan la extensión a la cuál los diversos genes son expresados; estas características se conocen como fenotipos. Algunos ejemplos de fenotipos incluyen el cabello color café, ojos verdes, una frecuencia cardiaca en reposo de 60 latidos/minuto, un consumo máximo de oxígeno (VO2máx) de 50 ml ? kg-1 ? min-1, o un peso corporal de 180 libras.

Los genes afectan la expresión actual del fenotipo y de igual manera cómo responderá a un cambio en el ambiente. Mientras el color de ojos de un individuo está establecido de por vida, uno puede reducir la presión sanguínea con medicamentos, aumentar el VO2máx con entrenamiento y perder peso al seguir una dieta. La rapidez y la magnitud de qué cambios ocurren en los fenotipos están afectados por el antecedente genético de cada individuo. Para un fenotipo en particular, hay personas que responden muy bien, que responden normal, que responden poco o que no responden a un cambio en el ambiente. Por lo tanto, hay sujetos que pierden peso o que mejoran su condición física más fácilmente que otros.

Lo que permite a los científicos estudiar el papel de los genes es esta variación en los fenotipos y cómo responden a los cambios en el ambiente. Por ejemplo, si todos los participantes mejoraran su VO2máx en un 14-16% después de 12 semanas de un entrenamiento estandarizado, entonces es claro que los genes juegan un papel menor y sólo es importante el cambio en el ambiente (entrenamiento). Por otra parte, si hay una gran variación en las adaptaciones al mismo programa de entrenamiento, los genes pueden ser importantes.

La variación dentro de un fenotipo dado en una población está influenciada por la variación debida a los genes, la variación debida al ambiente, y la interacción entre estas dos fuentes de variación. Una manera de estudiar la variación es estudiar familias con hijos biológicos y adoptados para ver la influencia de los genes en varios fenotipos cuando el ambiente es similar. Si hay una pequeña diferencia entre estos niños antes o después de una intervención, entonces el ambiente es más importante. Por otra parte, si las respuestas de los hijos biológicos son similares a aquellas de los padres pero las respuestas de los hijos adoptados no lo son, entonces los genes son más importantes. Otra manera de comparar variaciones es estudiar gemelos viviendo en la misma casa. Con gemelos idénticos, el antecedente genético es el mismo y el ambiente es similar, mientras que los mellizos tienen un antecedente genético similar (pero no idéntico) y un ambiente similar. Si hay menor diferencia entre los gemelos idénticos que entre los mellizos, esto sugiere que los genes juegan un mayor papel. Pero si las diferencias entre gemelos idénticos y mellizos son similares, entonces los genes son menos importantes. También puede observarse a gemelos idénticos separados desde edades tempranas y viviendo en ambientes diferentes. Independientemente del ambiente, la investigación demuestra que los gemelos idénticos tienden a ser más similares antes y después de una intervención que los mellizos u otros hermanos, mostrando que los genes tienen una influencia importante (Bouchard, Malina & Pérusse, 1997).

Para entender mejor los roles de los genes y el ambiente, se consideran sus efectos en tres factores: actividad física, condición física y salud. El genotipo puede influir en la magnitud a la cual uno es físicamente activo, con buena condición y saludable. El ambiente (tanto físico como social, así como el estilo de vida) también puede afectar la actividad, la condición física y la salud. Asimismo, hay una interacción entre estos factores porque 1) la actividad puede afectar la condición física, 2) la condición física puede afectar la actividad, 3) la actividad puede afectar a la salud, 4) la salud puede afectar a la actividad, 5) la condición física puede afectar a la salud, y 6) la salud puede afectar a la condición física. Además, los genes de un individuo pueden influir en estas interacciones, por ejemplo, cómo la actividad física afecta la condición física o la salud y el grado al cual esto ocurre.

Ejemplos de efectos genéticos
Hay muchos fenotipos por los cuáles los efectos de los genes han sido determinados (Bouchard, Malina & Pérusse, 1997; Bouchard et al., 1992). Los genes tienen un gran efecto en la estatura, longitud del tronco y longitud de los brazos y piernas. Por ejemplo, se sabe que los padres altos tienden a tener hijos altos. Por supuesto, dentro de una familia de padres altos, un hijo puede ser más bajo porque su estatura fue heredada del lado de su abuela materna. En contraste, sólo hay un efecto pequeño a moderado de los genes sobre las circunferencias y anchuras de varias partes del cuerpo porque el ambiente puede jugar un mayor papel en la determinación de estas mediciones. Por ejemplo, la circunferencia de cintura puede ser modificada por dieta o ejercicio.

Los genes tienen una gran influencia en el tamaño y la composición del músculo (porcentaje de fibras lentas y fibras rápidas). Debido a que la fuerza del músculo está estrechamente relacionada a la composición de fibras, los genes también tienen un gran efecto en la fuerza. Por otra parte, las actividades de enzimas importantes en el metabolismo energético y el número de mitocondrias dentro de una cantidad dada de músculo tienden a estar menos influenciadas por los genes porque pueden ser modificados por diferentes tipos y cantidades de actividad física. Para resumir, el efecto de los genes en los músculos está muy relacionado a la estructura (a saber, proteínas contráctiles y tamaño) pero no necesariamente a la función. En el caso del fenotipo de “resistencia muscular”, el cual es afectado tanto por factores estructurales y funcionales, el efecto genético sólo es moderado.

En forma similar, el tamaño de los pulmones (una medida estructural) está ampliamente afectada por los genes, pero no lo están medidas funcionales como las tasas de flujo de aire. En el sistema cardiovascular, hay grandes efectos genéticos en el tamaño del corazón, así como el tamaño y la estructura de las arterias coronarias. La presión sanguínea tiende a estar menos afectada por los genes porque puede modificarse por el peso corporal, la dieta, el estrés y otros factores.

En relación al ejercicio, los genes tienen un gran efecto en el VO2máx, la frecuencia cardiaca máxima y la ventilación pulmonar máxima. La evidencia sugiere que el rendimiento cardiovascular (por ejemplo, la cantidad total de trabajo que uno puede realizar en 90 min) es afectado por lo genes aun más fuertemente que el VO2máx; esto es probablemente porque muchas variables fisiológicas y bioquímicas están involucradas en el ejercicio de resistencia, y los genes pueden afectar a cada una de ellas (Bouchard et al., 1992).

Hay personas que genéticamente tienen un mayor o menor nivel de condición física (como se indica por el VO2máx), pero pueden o no ser físicamente activos. En otras palabras, condición física y actividad no son necesariamente lo mismo. Hay personas que entrenan regularmente pero no tienen una buena condición física, mientras otros hacen poca actividad física regular pero tienen una condición física razonablemente buena. Es verdad que las personas deben ser muy activas para tener altos niveles de condición física y que las personas con muy bajos niveles de condición física tienden a ser muy inactivos. Sin embargo, para muchos de nosotros que estamos en la mitad de estos dos extremos, la condición física no puede ser juzgada por el nivel de actividad física de un individuo y viceversa. No obstante, las personas que son regularmente activas son capaces de hacer más ejercicio que las personas inactivas, aunque ambas puedan tener el mismo VO2máx o el mismo nivel de fuerza, porque el entrenamiento por sí mismo produce cambios en varios sistemas del cuerpo.

Genética y entrenamiento
Dependiendo del deporte o la actividad, muchos sistemas en el cuerpo están involucrados. Por ejemplo, la carrera de distancia involucra los sistemas cardiovascular, respiratorio, neuromuscular, metabólico, hormonal y termorregulatorio. Cada uno de estos sistemas puede ser afectado por un número de genes. También, hay muchas interacciones entre los genes y entre ellos y el ambiente. Debido a esta complejidad, es improbable que los científicos puedan hacer campeones al alterar sólo uno o dos genes.

Los gemelos idénticos con los mismos niveles de actividad tienden a tener niveles similares de condición física. Cuando gemelos idénticos llevan a cabo el mismo programa de entrenamiento aeróbico o anaeróbico, ellos exhiben adaptaciones similares al entrenamiento (Bouchard et al., 1986). Por otra parte, los mellizos o hermanos con los mismos niveles de actividad varían más en su condición física y tienen una mayor variación en sus adaptaciones al entrenamiento.

Para examinar las adaptaciones del VO2máx a diferentes tipos de entrenamiento, llevamos a cabo el estudio de un entrenamiento de resistencia estandarizado de 12 semanas, con 29 estudiantes universitarios varones (Dionne et al., 1991). Los sujetos entrenaron 3 veces por semana durante 30-45 min en un cicloergómetro a una intensidad constante del 75% del VO2máx. Después del entrenamiento, el aumento en el VO2máx fue de 40 mL/min a casi 1,000 mL/min. Este estudio se realizó en el semestre de otoño, después del cual los estudiantes fueron a sus hogares por 4 semanas. A los nueve estudiantes que tuvieron las mayores mejorías en VO2máx (~ 9 ml ? kg-1 ? min-1) les pedimos que regresaran a otro entrenamiento de 12 semanas. Para el segundo programa, los sujetos hicieron entrenamiento de intervalos tres veces por semana a una intensidad promedio de 75% del VO2máx (3 min al 60% del VO2máx y 3 min al 90% del VO2máx) por 30 a 45 min. Durante las 4 semanas de inactividad, los valores del VO2máx de los cuatro sujetos que respondieron mejor y estuvieron de acuerdo en regresar, habían disminuido y fueron similares a los niveles de cuando ellos empezaron el primer programa de entrenamiento. Después del programa de entrenamiento de intervalos, estos estudiantes mostraron otra vez una respuesta superior al entrenamiento. Por lo tanto, hay fenotipos que responden de manera diferente al entrenamiento continuo o de intervalos.

El estudio de herencia familiar (HERITAGE Family Study, Bouchard et al., 1995) fue una investigación muy grande sobre cómo los genes influyen en las adaptaciones al entrenamiento e involucró a 484 sujetos de raza blanca de 99 familias y 260 sujetos de raza negra de 105 familias, de cuatro centros. Todos los sujetos eran saludables y sedentarios. Después de realizar muchas pruebas asociadas con la condición física y factores de riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes, los sujetos entrenaron y volvieron a evaluarse. El programa de entrenamiento estandarizado consistió en hacer ejercicio en un cicloergómetro tres veces a la semana por 20 semanas. Los sujetos iniciaron el entrenamiento durante 30 min a una frecuencia cardiaca que correspondiera al 55% del VO2máx. Después de esto, cada dos semanas se incrementó la duración o la intensidad hasta que entrenaron durante las últimas 8 semanas por 50 min a una frecuencia cardiaca que correspondiera al 75% de VO2máx (Skinner et al., 2000).

Una pregunta que se contestó en este estudio fue si las familias tuvieron niveles similares de VO2máx y otros fenotipos antes de que iniciara el entrenamiento. Con relación al VO2máx, hubo familias en las que todos los miembros tuvieron valores bajos, valores promedio o valores altos. En este caso, la herencia explicó cerca del 40% de la variación (Bouchard et al., 1998).

Hubo una gran variación en la respuesta al entrenamiento. Aunque el incremento promedio en el VO2máx fue 19% y fue similar en los cuatro centros, cerca del 5% de los sujetos tuvieron muy poco o ningún cambio, y cerca del 5% tuvieron un incremento de 40-50%. Esta gran variación ocurrió a todas las edades y a todos los niveles de VO2máx inicial y fue similar para negros, blancos, mujeres y hombres (Skinner et al., 2001). En otras palabras, hubo quienes respondían al entrenamiento muy bien, normal y poco, en todas las edades (17 a 65 años), en ambas razas, ambos sexos y a todos los niveles iniciales de VO2máx. No hubo esencialmente una relación entre la condición física inicial y su respuesta al entrenamiento, ya que la correlación entre el VO2máx antes del entrenamiento y el cambio en el VO2máx después del entrenamiento fue sólo de 0.08. Parece que un grupo de genes afecta el nivel inicial de VO2máx y otro grupo de genes afecta la respuesta del VO2máx al entrenamiento.

Cuando echamos un vistazo para ver si las familias respondían de una manera similar, encontramos que las familias tendían a tener sujetos que respondían muy bien, normal y poco. En este caso, 47% de la variación en la respuesta del VO2máx al entrenamiento fue explicado por la herencia (Bouchard et al., 1999). También examinamos si hubo alguna variable no genética medida antes del entrenamiento que diferenciara entre quienes respondían muy bien y poco. Pero no encontramos ninguna variable o combinación de variables que distinguiera entre estos dos grupos (Skinner et al., sin publicar). Debido a que tenemos muestras de ADN para todos los sujetos, ahora estamos investigando marcadores genéticos que puedan estar asociados con respuestas al entrenamiento.

Basándose en la información disponible hasta ahora, no es posible predecir cómo un individuo dado responderá al entrenamiento. Los criadores de caballos de carreras han tratado por muchos años de predecir cuáles caballos serán exitosos. Lo que ellos dicen es que “tomamos el mejor, lo apareamos con el mejor, y deseamos que salga el mejor”. En otras palabras, de 10 descendientes de dos excelentes caballos, unos serán excelentes, unos estarán cerca del promedio y otros estarán por debajo del promedio. Los criadores de caballos no pueden predecir qué caballos estarán en qué categoría. Por supuesto, nosotros no criamos humanos para competencia, por lo tanto, la posibilidad de predecir exactamente qué humanos serán atletas campeones es aún más baja.

Muchos atletas alcanzan un punto en el cual deben entrenar más fuerte y más intenso para obtener menores beneficios en términos de rendimiento. Cuando los atletas alcanzan este punto, es posible que se estén acercando a sus límites genéticos. Como se mencionó anteriormente, no hay manera de predecir dónde está este límite.

Que una persona dada sea un campeón parece estar asociado con 1) el estado actual de un número de fenotipos complejos antes del entrenamiento, 2) entrenamiento adecuado, descanso, y nutrición, y 3) la habilidad de estos fenotipos para adaptarse al entrenamiento, al descanso, y a la nutrición. Por lo tanto, una persona puede iniciar con valores bajos, promedio o altos de VO2máx y otros fenotipos y tener respuestas escasas, moderadas o superiores al entrenamiento, el descanso y la nutrición. Es probable que los atletas de elite sean aquellos que inician con altos niveles de las características (fenotipos) necesarias para el éxito en su deporte en particular y también tengan adaptaciones superiores en esas características después del entrenamiento. Sólo un pequeño porcentaje de la población tiene niveles genéticamente altos de los fenotipos necesarios para el éxito, no todos ellos entrenarán, y sólo un pequeño porcentaje de aquellos que entrenen responderán muy bien.

APLICACIONES PRÁCTICAS

  • Los genes influyen en el nivel inicial de las características de un individuo (fenotipos), así como en qué tan rápido y cuánto pueden cambiar en respuesta al entrenamiento, la nutrición y otros factores ambientales. Los atletas que tienen éxito inmediato en un deporte nuevo probablemente tengan cualidades relativamente altas o al menos estén determinados genéticamente en alguno de los fenotipos requeridos para ser un campeón en ese deporte.
  • Los que responden mejor a la participación en el deporte probablemente tienen éxito inmediato y retroalimentación positiva de la competencia.
  • Los atletas potenciales deben ponerse a prueba en varios deportes para ver cuáles de ellos disfrutarán y en cuáles tendrán éxito. Estos factores son probablemente una mejor guía de selección que cualquier análisis de laboratorio del antecedente genético de un individuo.
  • No es posible predecir quién será un campeón. No obstante, los entrenadores pueden y deben seleccionar candidatos basándose en las características requeridas para el éxito en ese deporte. Los genes influyen en muchas de estas características.
  • Los genes no afectan otros aspectos de algunos deportes (por ejemnplo, táctica y técnica). Los campeones a nivel de elite deben ser expertos en táctica y técnica además de poseer los atributos determinados genéticamente, necesarios para el éxito en sus deportes. Aún, los atletas genéticamente menos privilegiados, que son talentosos en táctica y técnica, pueden ser campeones en niveles inferiores de competencia.

RESUMEN
Como regla general, la influencia genética es más fuerte en los componentes estructurales del cuerpo que en los componentes funcionales, los cuáles pueden ser más influenciados por el entrenamiento y otros factores ambientales. Aunque el antecedente genético –herencia- puede influir en el éxito de un individuo en una actividad o deporte en particular, este antecedente es probablemente muy complejo para ser totalmente conocido o entendido. La posibilidad de una alteración mágica de los genes por medio de la ingeniería genética es muy improbable porque muchos genes están involucrados, hay interacciones entre diferentes genes, y hay interacciones entre los genes y el ambiente.

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TRADUCCIÓN
Este informe ha sido traducido y adaptado de: Skinner J.S. Do genes determine champions? Sports Science Exchange 83, Volume 14:(4), 2001, por Lourdes Mayol Soto, M.Sc.

© 2001 Gatorade Sports Science Institute